“Sea un grano de arena o una roca, en el agua se hunden de igual manera.”
Oh Daesu (Oldboy)
Oldboy
Año: 2003.
Director: Park Chan-wook.
Reparto: Choi Min-sik, Gang Hye-Jung, Yu Ji-Tae, Yi Dae-Han, Oh Dal-Su, Byeong-ok Kim.
Hay ocasiones en las que, cuando uno piensa que está todo visto e inventado en el cine, el séptimo arte recupera su capacidad de sorprender, de asombrar la mirada del público con lo que parece cine nuevo, jamás visto u hollado.
Oldboy fue la mejor noticia de la invasión de productos ligados de alguna manera al tétrico, morboso y poco entusiasmante terror japonés de principios de milenio, que, por fortuna, serviría a la postre para descubrir la renovación original y absoluta del thriller y el cine negro que florecía por entonces en Corea del Sur, industria poco transitada por las distribuidoras estadounidenses y europeas a excepción de la cierta estima crítica y festivalera por las obras de Kim Ki-Duk y similares.
Oldboy aparecía entonces como una melodía rabiosa y sofisticada, un vals ardiente y a flor de piel que dibuja un crescendo progresivo que, en su arrolladora espiral ascendente, absorbe sin remedio al atónito espectador.
Segundo capítulo en su improvisada Trilogía de la venganza, Park Chan-wook esgrime el concepto de vendetta como necesidad fisiológica más que de justicia -tan intrínseca a la vida como comer, dormir o follar- a partir del icónico Oh Daesu (memorable Choi Min-sik), secuestrado en un zulo durante quince años sin razón aparente y, posteriormente, liberado para encontrar venganza y hallar la verdad que se esconde tras el irracional e inmisericorde encierro en un plazo de cinco días.
Un enigma, un pecado y una venganza ligados a la mezquina naturaleza humana y al más despiadado absurdo que se reproduce y nace de hasta el más nimio acto del hombre.
La película empieza altísima con la aparición poderosa y a la vez ridícula del protagonista y el disparo a bocajarro del insólito e intrincado argumento, y, a partir de ahí, mantiene prodigiosamente intacto a lo largo de todo el metraje su inigualable capacidad de seducción.
El cineasta seulés perfecciona todavía más su poderío técnico y visual, legando una abundante ración de imágenes innovadoras, sugestivas y geniales -deudoras del manga original pero traducidas con desbordante creatividad propia a un lenguaje indudablemente cinematográfico-, y soluciona las irregularidades del ritmo que había mostrado en su anterior Sympathy for Mr. Vengeance, dejando fluir la obra al compás de una poderosa banda sonora guiada por los movimientos de ese hipnótico vals que ejerce de leitmotiv sonoro, que gira y gira obsesivo hasta el delirio, arrollando violentamente a su paso argumento, personajes y público.
Da igual que la piedra angular sobre la que se sostiene la trama, revelada al final, no sea sólida y pueda inducir alguna trampa; la incitante crueldad, los inusitados golpes de acidez y el retorcido y bestial sadismo de la cinta se basta para hechizar los sentidos, perturbar la mente, dejar sin respiración y desnudar al hombre como alimaña venida a más por una mal entendida y peor aplicada racionalidad -no se trata sino de la víscera actuando por otros medios-.
Fascinante.
Nota IMDB: 8,4.
Nota FilmAffinity: 7,9.
Nota del blog: 10.
Particularmente una de las películas que mas me han gustado en los últimos años. Genial esa trama que se va encerrando, de la que no sabemos nada y existen momentos que creemos que todo es una tomadura de pelo. Hasta que la madeja encaja perfectamente para llevarnos a un final. Apoteosico….
Y una duda que se plantea, realmente jodida esa elección. Genial película de una trilogía de la que sin duda es la mejor parte. Cuidate
Es toda una sorpresa, y todo un derroche de capacidad de dirección por parte de Park Chan-wook, que sabe arrastrar a su antojo al espectador en una vorágine que conduce, como perfectamente señalas, a un final apoteósico. Esa es la palabra.
Un saludo.
Sí, es un final apoteósico que puede producir estupor o risa, incluso vergüenza ajena en mi caso. Y también es una historia juguetona con el espectador, en el peor sentido de la palabra, técnicamente bastante mala, teatral (el final es de traca de opereta), incesantemente violenta en un furor muy cercano al atropello y que, cómo no, reinventa el cine. Hay que joderse.
Lo curioso de todo ello es que cuando se habla o escribe de ciertas películas al final la crónica es un cúmulo de círculos viciados evitando realmente un análisis medianamente racional, argumental y lógico. Sintomático. Y la banda sonora se implica en el conjunto de manera «adecuada».
Por cierto me ha costado mucho encontrar a alguien que opine como yo sobre esta «prodigiosa» película, lo cual también es sintomático, para que no se diga.
Pues ya lo siento. Cuando hice la crítica probablemente sería la sexta o séptima vez que la veía y sigue pareciéndome una jodida maravilla. ¿Juguetona? Sí, pero cualquiera de Hitchcock cogida al azar tiene el doble o el triple de artificios y a nadie parece importarle un pimiento, y esta no me parece técnicamente inferior, ni mucho menos, a las capacidades narrativas del inglés. Es una cinta que consigue arrastrarme y convulsionarme a fuerza de la absorbente intriga, por su poderosísima realización visual y, como dices, por esa banda sonora que marca la cadencia de manera obsesiva, para mí magnífica. Hay opiniones similares a la tuya (Boyero, sin ir más lejos). Yo, como ves, sigo sin encontrar mácula a la película.
Lo dicho, es sintomático que me hago viejo, irremediablemente viejo y soy incapaz de ver en esta película más allá de un notable e impresentable artificio, más aún de concepción argumental. Créeme si te digo que me dais envidia sana al comprobar vuestra capacidad de un más amplio registro conceptual. Un abrazo.
Más que cosa de edad es cuestión de gustos, hombre. Hay determinado tipo de cine que yo tampoco aguanto, y aún no calzo la treintena. Un abrazo.