«-Esas personas son anima… anima… ¿eróticas?
-No, no, no, aquí no tenemos animatrónicas.”
John Hammond (Parque Jurásico)
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Westworld, almas de metal
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Año: 1973.
Director: Michael Crichton.
Reparto: Richard Benjamin, James Brolin, Yul Brynner, Alan Oppenheimer.
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1973. Michael Crichton, novelista y guionista de películas de ciencia ficción de bajo presupuesto, estrena Westworld, almas de metal, su primera obra como director para la gran pantalla. El argumento, emplazado en un futuro cercano donde triunfa un parque de atracciones que, por medio de la robótica, recrea tiempos pasados (la Roma imperial, la Edad Media, el Salvaje Oeste) para el disfrute del presente, propone la aventura de supervivencia de dos amigos en un lugar producto de la mejor tecnología creada por la orgullosa mente humana, en el que nada puede salir mal. Sus discretos resultados, inferiores a su influencia ulterior, la convertirán en una obra de culto.
1993. Steven Spielberg revienta las taquillas una vez más con Parque Jurásico, un filme en el que la tecnología del futuro permite una experiencia ‘real’ en un pasado perdido. El perfecto parque de atracciones en el que una imperfección da pie a la aventura y el thriller. Con el éxito de la película, Michael Crichton, autor de la novela original, hasta entonces poco popular guionista y director de cine, escribe su nombre con letras de oro en los escaparates de la ciencia ficción, más allá del reconocimiento restringido a círculos especializados.
Crichton, como ya habían hecho en la literatura Asimov o Dick, anticipaba con Westworld, almas de metal el choque entre ser humano y máquina que tanto proliferaría en el cine de los ochenta, tiempos en los que ya se percibía el desmesurado potencial de la tecnología: Blade Runner, Terminator, TRON, Desafío total, Runaway, brigada especial -también escrita y dirigida por Crichton-,…
La rebelión de las máquinas contra su tiránico y envanecido demiurgo de carne y hueso. Los perfectos dioses de metal contra sus falibles creadores.
Como en Parque Jurásico la tecnología se sirve en su ofensiva de una apariencia arcaica y brutal, que no es sino el fruto de la morbosa atracción del hombre por lo violento: el dinosaurio en aquella, un pistolero interpretado por un crepuscular y aún así digno Yul Brynner –‘el divino calvo’ tiene clase y personalidad hasta para hacer de máquina-, ataviado como su personaje de Los siete magníficos en esta, cuyo legado, además, se apreciará en alguno de los futuros monstruos del slasher y, de modo más obvio, en los distintos villanos de la saga Terminator, desde su estructura y movimientos, hasta su visión de infrarrojos, ya generada por una novedosa animación informática.
Perseguidores implacables e infatigables a derrotar con virtudes y vicios humanos como la inteligencia analítica o la capacidad de engaño.
Compuesta con unos mimbres sencillos con regusto a cómic, Westworld, almas de metal, a pesar de la cierta descompensación en su metraje -en realidad la cinta no tiene demasiado que contar aparte de la exposición de ese sugerente ocio futurístico inicial y alargado, y la huida y persecución final, más concisa pese a lo insistente que resulta un enemigo casi indestructible-, ofrece un entretenimiento ligerito, aprovechable y simpaticón, sin demasiadas pretensiones, más allá de esa combinación entre fascinación por lo tecnológico y tibia crítica por su omnipresencia y descontrol –pese a no insistirse en la idea posteriormente, es significativa la secuencia en la que robots y humanos se activan/despiertan al mismo tiempo-.
Propiciará una secuela (Mundo futuro), una serie propia con el mismo nombre, una parodia pornográfica (Sex World) y otra bastante popular en la serie Los Simpson -el episodio Rascapiquilandia, en la que se entremezclan a su vez elementos de Parque Jurásico-, así como un buen número de imitaciones y deudores.
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Nota IMDB: 7.
Nota FilmAffinity: 6,4.
Nota del blog: 6.
Contracrítica