“Si te pones a hacer una película buena y no te queda bien, al menos tu intención era que fuese buena. Pero si pretendes hacer una mierda para ganar dinero, y luego no lo ganas, sólo te queda la mierda.”
Joseph L. Mankiewicz
Caballeros, princesas y otras bestias
Año: 2011.
Director: David Gordon Green.
Reparto: Danny McBride, James Franco, Natalie Portman, Rasmus Hardiker, Justin Theroux, Damian Lewis, Toby Jones, Zooey Deschanel, Charles Dance.
En Estados Unidos suele darse una trayectoria recurrente para el cómico profesional: el salto desde la televisión al cine desde programas longevos y legendarios como Saturday Night Live y los populares late shows. Si bien su efectividad queda corroborada por éxitos de ayer y hoy como Dan Aykroyd, Bill Murray, Eddie Murphy y otros tantos, la mayor parte de estos artistas tan solo logra explotar su tirón con productos hechos a su medida, es decir, traduciendo su prototipo característico a la gran pantalla, destinados a un mercado nacional donde disfrutan de un estatus de estrella en el que apenas se requiere promoción.
Sin embargo, sobre todo en los últimos tiempos, la incidencia en el extranjero de estos actores ha disminuido sensiblemente. Nombres de referencia de la sátira y la comedia en las pantallas norteamericanas, grandes y pequeñas, como Will Ferrell o Tina Fey no ha conseguido abrirse hueco en un mercado europeo que los ve como figuras extrañas a causa del desconocimiento absoluto de las raíces de su popularidad.
Observando los número de taquilla de Caballeros, princesas y otras bestias, cinta que atravesó las carteleras españolas (y mundiales) con bastante más pena que gloria, podría decirse que Danny McBride, surgido del show del pelirrojo Conan O’Brien -toda una referencia catódica contemporánea en Estados Unidos- será otra víctima más de este sentimiento de apatía. El producto en sí tampoco se prestaba a su reconocimiento.
Producido y escrito en buena parte por el propio actor, Caballeros, princesas y otras bestias utiliza una plantilla archiconocida –la revisión bufonesca de una fantasiosa Edad Media, basada en revertir toda su oscuridad y solemnidad en ridículo y chanza-, un argumento archiconocido, inscrito en las corrientes hegemónicas de la comedia norteamericana, la de la factoría Apatow –la reivindicación del inadaptado, en este caso el hermano pequeño, gordo, feo y parrandero (McBride) de un ingenuo, apolíneo y aquí comprensivo príncipe (el sosete James Franco)- y unas herramientas que de tan tontas y desgastadas no resultan siquiera incorrectas u ofensivas -anacronismo entre un personaje de actitud actual y la Edad Media, aderezado con una profusión de chascarrillos de pollas, follar y fumadas-.
Concebido para el mayor lucimiento (y entretenimiento) propio ligado a un marco hiperbólico como el de la sala de cine y una producción que no ahorra en lujos de ambientación, efectos y plantilla –un no logra explicarse qué hace una actriz competente como Natalie Portman en esta cosa-, la gesta de McBride fracasa, entre otras muchas cosas, por falta de credenciales que logren justificar una película rancia y vulgar, de nula diversión u originalidad, sin ningún chiste rescatable -siendo muy generosos, se puede conceder algo al trabajo de Justin Theroux-.
Totalmente innecesaria.
Nota IMDB: 5,6.
Nota FilmAffinity: 4,3.
Nota del blog: 2.
Contracrítica