“Todas las preguntas y las respuestas de la vida se encuentran contenidas en El tesoro de Sierra Madre.”
Paul Thomas Anderson
El tesoro de Sierra Madre
Año: 1948.
Director: John Huston.
Reparto: Humphrey Bogart, Tim Holt, Walter Huston.
John Huston, hombre vital, inquieto, bohemio errante en busca eterna de la penetrante emoción de lo inexperimentado, lo desconocido y lo superlativo, supo plasmar el espíritu con el que desarrollaba su propia existencia en sus mejores películas de aventuras (“Huston vive y por eso filma…, o filma y por eso vive”).
Después de su debut en el género con A través del Pacífico, una cinta en la que se entremezclan a su vez elementos bélicos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Huston volvía a contar con Humphrey Bogart, su actor fetiche, para acometer la que se convertirá en uno de los clásicos inmortales de este cine: El tesoro de Sierra Madre.
Dos norteamericanos desheredados, huérfanos de la Fortuna y abandonados de la mano de Dios que se encuentran en Tampico, en las profundidades del turbio y caluroso México. Un pacto y una promesa para quebrar el infortunado e irreversible sino en un mundo tramposo, caníbal, propiciados por la falsa y cruel condescendencia de la suerte burlona y su última estratagema. Un viaje por tierras extrañas en busca de un tesoro escondido en el corazón de la Tierra, un metal con la capacidad de transformar con su brillo el alma del hombre más virtuoso.
Huston compone una epopeya que explora el corazón de tres hombres que aspiran a cambiar un Destino que juega con las cartas marcadas. Un viaje pesimista y amargo, que se va tornando cada vez más obsesivo y malsano a través de la mirada de ese Fred Dobbs (Bogart en todo su esplendor, taciturno y duro, vulnerable y herido) al que la rabia de una vida de sinsabores y pesares logra vencer, vil metal mediante, a su espíritu noble, en oposición a la testaruda bondad de su sempiterno compañero de fatigas, un Curtin (un Tim Holt en el punto álgido de su trayectoria, perfecto acompasamiento de la estrella) que ha aceptado su mala suerte irreparable, o a la resignada sabiduría del viejo Howard (Walter Huston, clásico actor de carácter, padre del director), de vuelta de todo, escarmentado por el cansancio de una vida igual de intensa, turbulenta y frustrante que la que se le promete a los anteriores.
La enérgica dirección del combativo realizador crea una obra poderosa, rebosante de fuerza, que retrata unos seres ligados indefectiblemente a una fatalidad contra la que luchan con furia y desesperación, hasta el punto de alejarse de su propia humanidad. Es ahí donde Huston asesta duros e inmisericordes golpes al estómago, sumiendo a sus personajes en la más absoluta negrura –la lectura de la carta del tejano Cody, poco antes simple carne de cañón-, producto de la desesperación de un mundo irreconocible, hostil y degenerado, sin lugar para la esperanza.
La perdición representada por el fulgor dorado de un oro que promete sueños imposibles. Sueños que se pierden como la arena en el vendaval.
Imprescindible.
Nota IMDB: 8,5.
Nota FilmAffinity: 8,3.
Nota del blog: 10.
Una búsqueda imposible donde salen a relucir miserias de lo mas humano. Cruel relato de personajes, que de reales duelen. Una obra que si no es maestra, sin duda se le acerca.
Ninguno como este director para retratar perdedores en un marco de aventuras. Sin ninguna duda, genial pelicula, tanto como el comentario. Felicidades
Para mi, el díptico formado por El tesoro de Sierra Madre y El hombre que pudo reinar, ambas con no pocos paralelismos, hábiles disecciones del alma humana, tanto en sus facetas positivas, como en las negativas, conforma el pilar maestro del cine de aventuras.
Dos miradas distintas, complejas y emocionantes, sobre unos perdedores que quizás no lo sean tanto.
Un abrazo.